
Movimientos Estudiantiles
Capítulo 5: La receta del éxito
El 8 de marzo, el Movimiento Estudiantil se reunió con el objetivo de redactar un comunicado para el 11 de marzo siguiente. No obstante, el conflicto de opiniones en el grupo generó su división en dos segmentos, el primero, conocido como Movimiento Estudiantil Todavía Podemos Salvar a Colombia, conformado por estudiantes de universidades privadas, y el segundo, llamado Movimiento Estudiantil por la Constituyente, de composición heterogénea entre estudiantes de universidades públicas y privadas.
El expresidente de la República Alfonso López Michelsen había sugerido al presidente, Virgilio Barco Vargas, que emitiera un decreto de estado de sitio autorizando la manifestación soberana y ordenando la contabilización de la Séptima Papeleta. Esta propuesta salió adelante cuando la Registraduría Nacional del Estado Civil indicó que, aunque no tenía la potestad de contabilizar los votos, no se opondría a que estos fueran introducidos en las urnas y escrutados de manera informal.Nunca se sabrá cuantas séptimas papeletas se depositaron en las elección de marzo de 1990. La Registraduría nacional la recogió, pero no las escrutó, porque no tenían mandato legal de contabilizarlas. Sin embargo, según los estudiantes que llevaban la cuenta y reportaban telefónicamente a una central establecieron en Bogotá. Al final de la Jornada, el resultado de 1’342.000 votos.
El conteo de la Séptima Papeleta fue coordinado por los miembros del Movimiento Estudiantil en pleno. Los resultados arrojaron casi dos millones de votos a favor de la convocatoria a una Asamblea Constitucional (Constituyente). El 16 de marzo se cumplió una nueva asamblea del Movimiento con el propósito de definir algunos aspectos relevantes en torno a la convocatoria de la Asamblea y los temas objeto de reforma. Allí nuevamente se evidenció la división entre las dos facciones internas que constituyeron la vanguardia de la movilización.
El desacuerdo entre ambos grupos, aparte del origen de sus integrantes, tenía que ver con los mecanismos de acción del movimiento y con la convocatoria, composición, número de delegatarios y alcances que debía tener la corporación. El Movimiento Estudiantil, no obstante, continuó reuniéndose. En mayo de 1990 se organizó el Primer Congreso Nacional Estudiantil por la Constituyente, cuyo tema central fue el Decreto 927, por medio del cual el Presidente de la República reglamentó un plebiscito para definir, el 27 de mayo de 1990, la convocatoria o no a una Asamblea Constitucional (Constituyente).
Al final de la conversación, el Movimiento llegó a un acuerdo: (i) la convocatoria de la Asamblea la debía hacer el Presidente electo el 27 de mayo, no así el Congreso de la República; (ii) sólo se aceptaría la expresión Asamblea Constitucional en el entendido de que se trataba de una Asamblea Constituyente; (iii) el objetivo de la Asamblea debía ser la democracia participativa; (iv) la Constituyente debía ser autónoma, democrática y popular; (v) el plebiscito del 27 de mayo debía poder derogar el artículo 218 de la Constitución Política9.
El 27 de mayo se cumplió con éxito la elección del nuevo Presidente de la República y la consulta del plebiscito por la Asamblea Constitucional (Constituyente). César Gaviria Trujillo fue elegido e inmediatamente después de su posesión, dictó el Decreto 1926 de 1990, que reglamentaba la composición y funcionamiento de la anhelada Asamblea.
El logro que instó el movimiento en establecer una Asamblea Constituyente. Siendo que, por medio del “voto de la Asamblea Constituyente”, que consistió en que los votantes incluyeran en las urnas en de las elecciones de 1990 una séptima papeleta de para votar a favor de la convocatoria a la Constituyente. (Lemaitre, 2009, p.101). En este orden de ideas, la idea de la Séptima papeleta fue una forma creativa, que permitió unificar los intereses de toda la población (en este caso estamos hablando de acabar con la violencia, la corrupción y las injusticias), exigir mecanismos de participación, exigir la paz, y lograr traer un cambio radical en las instituciones del país por medio de métodos pacíficos (basados en el fetichismo legal). De igual forma, este movimiento logró unificar una sociedad que estaba dividida notablemente, en la medida que, los sectores de la izquierda y derecha, estudiantes de universidades públicas y privadas, políticos y ciudadanos, todos se unieron para buscar un mismo fin.
Adicional a esto, a partir de la constituyente se dio un giro estatal, en donde hoy en día se puede hablar de derechos fundamentales, en donde se reconoce a Colombia como una sociedad pluralista que debe amparar a las minorías. Sustancialmente, se reconoció el papel especial de la participación minorías y de las comunidades étnicas, el reconocimiento de la diversidad de la población, de una jurisprudencia más inclusiva y justa, de una participación accesible a la población en los asuntos de vital importancia política para el país (como lo es el plebiscito), así como una amplitud de derechos que garantizan la protección de los ciudadanos, y más importante aún, de mecanismos e instituciones que se encargan de velar por la garantía de esos derechos (la tutela y la corte constitucional). En otras palabras, el movimiento estudiantil de 1989 logró establecer el espacio para que se forjara una constitución que permitiera la reorganización del Estado, dando paso a una democracia más participativa e incluyente, en contraposición con la democracia representativa)alejándose así de las ideas arcaicas de la constitución de 1886.
Uno de los grandes límites del grupo se presentó en el sentido en que gran mayoría de los estudiantes se opusieron a participar en el proceso de la construcción constitucional. Esto permitió que la reforma constitucional se focalizará en la decisión de los políticos de la época, mas no un consenso más abierto sobre qué debería tener dicha constitución. Cabe resaltar, el hecho de negar su participación en el proceso generó en parte el comienzo del fin del movimiento, debido a que perdieron relevancia (Lemaitre, 2009, p.118).



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